Economía digital e industria de contenidos – Rodrigo Hernangómez Herrero

Entendemos la economía digital como el nuevo espacio económico surgido de los progresos de las TIC y de la globalización. Esta definición, que a menudo resulta demasiado compleja y abstracta para los legos en la materia, engloba conceptos más tangibles y cercanos como pueden ser el comercio electrónico, la oferta de servicios y contenidos a través de Internet, las transacciones de moneda virtual, la banca on-line, etc.

No cabe la menor duda de que todo este ecosistema de agentes está tomando un papel cada vez más relevante en la sociedad actual. Desde finales del siglo pasado y a lo largo de lo que llevamos de milenio, las tecnologías de la información y de la comunicación están irrumpiendo con fuerza en nuestra actividad económica, transformando nuestros gustos y nuestros hábitos. Y en este escenario cambiante y no exento de incertidumbre, siempre acaba emergiendo la misma disyuntiva maniquea: ¿Es la economía digital algo bueno o algo malo?

Normalmente cuanto más simple es una pregunta más compleja es su respuesta, y esta no es una excepción. Para contestar debemos tener en cuenta todos los puntos de vista involucrados. Si empezamos a analizar la economía digital desde el punto de vista del usuario, podemos apreciar que ésta tiene un efecto beneficioso sobre el consumidor: ahorra tiempo y esfuerzo en la venta on-line, permite una mayor eficiencia y rapidez en cualquier tipo de transacción, amplía la oferta de contenido audiovisual hasta límites inabarcables… Las TIC siempre se han volcado en mejorar la vida del usuario final, luego esta tendencia no es de extrañar. Incluso si uno empieza a teorizar sobre esto, se puede acabar concluyendo que, en una economía de mercado como es la occidental, nada puede triunfar si no tiene el beneplácito del cliente.

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